Posts etiquetados ‘Le Havre’

 

Un trabajador del censo de Le Havre interpreta  una melodía de Chaikovski con un martillo y un telefonillo de ducha sobre una plancha de metal mientras su amigo lo enfoca con el ojo de una cámara.  Andan matando el tiempo que les queda para completar su jornada laboral. Una nariz porruna de cuyas ventanas brotan largos pelos hirsutos y arremolinados, un monstruo sin ojos y su amigo camarógrafo, que no ceja en el empeño de mostrarnos su cara sonriente y babeante, con todos los síntomas de la idiocia marcados a fuego. He encontrado a estos dos –sin querer- en You Tube, cuando me disponía a ver uno de esos vídeos que muestran algunos milagros de la naturaleza. Permanecía ansioso y desbocado, con todas las balas de acero dispuestas a lo largo del cañón, por echar un vistazo a uno de eso prodigios de la natura cuando de súbito, un ente ajeno a mis querencias – uno de esos mecanismos infernales y automáticos programados vaya a saber por quién- salta como un resorte y pone en marcha el vídeo de los dos pincha-uvas de Le Havre.  La cabeza del guerrero purpúreo, claro, empieza a declinar y a mirar hacia abajo. Huelga decir que profeso una alta dosis de tolerancia para con quién alumbra arte, arte con telefonillos de ducha, arte con cubos de basura, arte con cera de orejas o arte con fístulas. Lo flamígero, lo que escama, lo que insufla hiel a mis encías y provoca la sublevación e inflamación de mis pelotas, es no poder elegir los contenidos que No quiero ver.

 

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La hedionda, superflua y cucarachera televisión es un medio masivo de obligada digestión, es necesario permanecer sonámbulo y ser lo suficientemente gilipollas para no reparar en este lance a estas alturas del film. De igual manera ocurre con los diarios; politizados, magreados, manipulados, violados, sodomizados hasta los ojos en beneficio de quien pincha y corta. Los medios de comunicación masivos, mal que nos pese, han perdido de vista desde hace mucho tiempo la ecuanimidad e imparcialidad –eso, al presente, es un canto de sirena- cuando no se han declarado en almoneda al mejor postor.

– ¡García! Para mañana quiero una enorme cabecera en letras amarillo chillón que aborde el tema de las aves migratorias hacia la estepa rusa.

– Pero jefe…¿y qué hay del asunto de la imputación de la infanta? Tenemos la exclusiva de las fotos en que se la ve saliendo de los tribunales guarnecida entre sus guardaespaldas! Esa es la noticia de la semana señor director, y aquí en la redacción llevamos todo el día volcados con eso…

– García es usted más tonto de lo que creía…¿usted quiere conservar su empleo como redactor? ¡Pues a los jodidos pájaros coño!

 

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Pretendemos que internet es otra cosa, una caja de pandora donde todo  tiene cabida, una biblioteca infinita como la que preconizó Borges en su Aleph, un recinto inacabable dónde puedes encontrar absolutamente todo; desde la aberración más innombrable que haya podido realizarse sobre la tierra, hasta la flor del más sabio de los pensamientos. La gracia radica, a diferencia de lo que sucede con la drogo-televisión, en que es uno mismo quién elige el contenido.  Un  verbo –importantisimo- que aprender; seleccionar. Saber sopesar, distinguir, descartar, elegir.

Conocen como la palma de la mano las grietas de nuestras paredes biológicas, sus fisuras y goteras. Realizan inverosímiles escrutinios antropológicos, meticulosos estudios de mercado para saber cuándo y porque se mueve uno sólo de nuestros cabellos de cliente potencial. Tienen preparado todo un arsenal de futilidades, muerte y cachivaches de colores para endilgárnoslos por el culo. Saben que estamos esperando nuestra dosis en el brazo y están del mejor humor por ello. Saben que somos auténticos yonkies y tienen toda la merca en sus almacenes, redacciones, farmacias, consultorios… preparada para ser debidamente postureada.

 

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Amparados en la certeza de nuestra endeble condición humana, siempre tan frágil y voluble, nos fumigan con todo tipo de información que no necesitamos para nada.  ¿De qué me sirve saber que un demente ha irrumpido en un colegio de Boston rajando niños a diestro y siniestro? No lo sé… ¿Voy a hacer algo al respecto? ¿Puedo evitarlo? Me temo que no, y no obstante lo cual, debemos empatizar con su dolor, con el dolor de sus familias, debemos contemplar con los ojos bien abiertos los brazos y piernas amputados aquí y allá, desparramados por el suelo como en el matadero, debemos ponernos continuamente en sus zapatos y decir para nuestro capote; “¡Oh dios mío pero que locura!, menuda carnicería, las cosas no andan bien…”. Lo que resulta más desconcertante es que nos encantan estas escenas (nos encantan como a disgusto, ¡pero nos encantan, nos chiflan!) y es que todo lo estrambótico, morboso, sangriento y chiflado nos lleva como el mosquito hasta el vinagre. Desde luego, quién se lucra vendiendo el catálogo del horror, la desesperanza y calamidad -que es el mismo que lo provoca- lo sabe y se frota las manos con socarrona fruición.

 

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                  Fabrican las balas y también las vendas

 

Lo que te viene en este momento, improbable y querido lector, no es otra cosa que el correspondiente “este cabrón insensible se ha vuelto majareta”. Desde luego que estoy tronado, como todo un redil de cabras, pero esa información no va a servirte de gran cosa. Te propongo realizar una prueba. Piensa detenidamente Para qué te han servido y Qué has hecho al respecto para con los huracanes en Cuba, los Tiffones en Tailandia, las peleas de gallos en Medellín, las matanzas en Burundi, los yacimientos de oro en el Canadá, el cambio presidencial en los Estados Unidos, las violaciones en cualquier parte, los fusiles de asalto rusos a precio de saldo en manos de niños del Afganistán, el sabueseo a lo largo del mundo, de una a otra esquina, en busca del archivillano Bin Laden y su aniquilación. Quizá haya caído en tu dvd algún documental, tal vez esa película –tan agradable- de los pueblos barridos por el maremoto de Tailandia y…poca cosa más. Lo que sí hacemos es vivir en el filo de la navaja, en la angustia y el miedo continuos “por todo lo que está pasando” y que en absoluto necesitamos saber ni podemos cambiar.

 

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Me doy cuenta de algunas cosas trascendentes cuando me doy cuenta;  los nuevos artefactos, dispositivos y chirimbolos tales como televisores, teléfonos móviles, tabletas y ordenadores salen de fábrica cada día más estilizados, finos y apaisados. Pronto podremos llevarlos pegados a la frente o los sobacos como una tirita. ¡Eso Sí es relevante! Pantallas planas para encefalogramas planos…Nos van dejando algunas pistas.

 

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Es exactamente en este escenario incierto de caos y arenas movedizas en el que el pastor se ha tirado a dormir y las ovejas van perdidas, donde comienzan los lobos a esbozar una sonrisa torcida y a lustrarse los colmillos para el gran festín… Es en este propicio caldo de cultivo donde florecen como líquenes en agua estancada; los voceros.

-To be continued-

 

 

* Laszlo García se reserva los derechos de autor de este texto.