fotografía de Javier Elorza
Radiografía de un poeta.
(Escena)
La mandíbula sobre la palma de la mano
el semblante áspero de vida mala
la voz tomada del mismo diablo
puesto en puntos, descose la última sonata.
A contradanza lee a Quevedo
Tornando en oro el lodo fatal
Más no averigua, ya no,
Su nave atrás en el mar muerto,
Arde igual que petróleo sobre agua;
Lo había perdido todo,
Después se perdió a sí.
Tanto si era destino,
Como fabricación,
Como si azar o pura necesidad:
Ya nada valía dos pavos
(Presentación 1 Pesaje 2. Golpes 3. Cartulinas 4)
Simio o poeta, genio deflagrado 1,
O drogata con hemorragia y fístulas en los labios 2,
Llagado de muerte al costado cual cristo 3.
La mujer de porcelana no se dobló,
él se ha partido de puro quebrado 4.
(Rueda de las manifestaciones)
Sus recuerdos son ojos,
Tornadizos, proteicos, aceitunados
Tan pronto surge como una alimaña
Tan pronto, su sabor de golosina.
Después le trepa una fiebre de ella.
A pesar de cada aislante puesto,
Por mor de mal agüero, en cada pata de su cama.
Otras veces, frunce sus labios y nimba,
Con una linterna de luciernagas,
La tristeza peladura de su tálamo,
Lo que le rebana el pensamiento en hogazas,
(Contragolpeo)
Cuando ELLA pasea por dentro suyo
Él la repele con bibliografías enteras,
Con visitas nocturnas casi diarias
a la calle de las que nunca besan
Donde el hueso y el alma se confunden,
Entre cremas frías de aliviar rozaduras.
Su sacerdotisa habitual, su adivina, su puta,
Tras la minuta por viajar al otro mundo,
negra y solemne se complace al informarle;
– ESA MUJER TALLA A MEDIDA
DE SU BOSQUE QUEMADO TU PROPIO ATAÚD –
(De regreso a casa)
La noche aquella, se vio a si mismo
como un fantasma rutilante, siniestro,
rondando la calle de su destino ideal,
con el sombrero crepuscular cabizbajo,
allá por el tercer mes del doce,
sólo y desarbolado bajo el aguacero.
Como un trasto viejo, como un juguete roto.
(Comienza un monólogo interno)
Así las cosas -se dice-,
la misma calle dónde ahora, arropada,
mata el insomnio con Bencedrinas,
y se adormila de costado junto a su caja musical.
Y sus muñecas de porcelana,
Y su escrito en la frente;
“No me preocupa nada de nada”.
(Va rumiando…)
ELLA, la más bella segunda persona del singular,
La más singular de este mundo hosco y de porquería.
ELLA, dulce, ojerosa, jodida y atrayente,
Radiante en la alegría y en la tristeza, sólo ELLA me limpia.
(Caminando por la calle de ella. 3:00 AM. Éste día.)
Tan pronto incombustible rabia de lo perdido
Tan pronto inútil, maldito e inservible y otra vez la mano
Sosteniendo la quijada, cuándo descubre asombrado
Igual que un loco, que todo lo conocido es exacto,
Que lo conocido antes y lo cognoscible en el futuro es UNO.
(Plano General)
Escribió por aliviarse,
Por crearse su propia isla,
Llena de ella, sólo de ella,
Pero en aquél tiempo soleado
No en esta noche siempre víspera…,
¡Nunca ha llegado, eso nunca ha llegado!.
(Imagen)
Goyesco y oscuro,
Perdida la calma y desvencijado,
Edwart Lalo, fértil compositor,
Descompone miga a miga,
Los últimos pétalos de su memoria,
Entregado a su recuerdo,
A la tenue luz de una palmatoria
Acierta a ver sus ojos castaños
Como Racimos de uva morena,
Y su boca, ¡Ah, su boca…!
(Subtítulo para idiotas)
Hoy es una noche de sol negro
Y nimba sus averiguaciones el poeta
En una hoja de receta blanca
Con un pliego al costado que algo,
Le recuerda que debe hacer
(Detonación)
Fin de la escena.
(Barcelona, 2005.)
*Laszlo García se reserva los derechos de autor de éste texto