«…largo, inmenso, lógico desarreglo de todos los sentidos» A. Rimbaud.
Mis amigos aún no saben que me he vuelto majareta. Mis amigos no saben que ya no fumo, ni me drogo, ni que estoy tan enamorado. Bien. Mis amigos no saben que no tengo amigos. Soy un elemento discordante allá donde pongo el pie. Yo estoy fuera de circulación. Nadie puede darme alcance; cuando se acercan a mí, ya estoy en otra cosa. No he bebido demasiado aprisa, no es el golpe fulminante de una insolación, ni una herida aún abierta, ni he tragado demasiadas pastillas. La simiente estaba en mí antes del alumbramiento, es el cuajo negro de todos mis ancestros. Yo no he hecho más que exprimir el jugo de toda acción hasta quedarme con la cáscara en la mano. Ahora escucho el clamor que reclama el cumplimiento de mi signo. No es posible estar sólo en la multitud. No se puede escribir en los aeropuertos ni sobre el abdomen de una mujer. No se puede estar en el perihelio del remolino tomando notas. Es necesaria una especie de renuncia para escribir honestamente, es necesaria una especie de muerte para cantar con fuerza a la vida. Yo no busco inflar un nombre ni alcanzar la gloria. Shamaddi, así suena lo que busco. Es una estrella titilante y la busco día tras día hasta caer doblado sobre mis rodillas con el último adarme de fuerza. La busco inexorablemente para aprender a Cantar en el Suplicio. La busco en las vagonetas del metro codo con codo, la busco en los rostros vacíos, en las miradas crudas, en el seco desierto y en el corazón mismo del fruto. Yo busco ser aceptado para hacer mil pedazos la tarjeta de bienvenida. En mi torre de ignara no escucho consejos ni pongo atención a los comentarios. Es como si hablarais el chino. El ruido metálico de las hachas afinándose a mi espalda me deja frío; la filoxera de las alabanzas y cumplidos no me mueve ni un pelo. Persigo la verdadera fuga, un Nilo fértil y creciente, rotundo; nada de estornudos creativos y chorritos de pis. Vivo preso de una matinée d´ivresse seis de los siete días, el séptimo día trabajo manipulando materiales conformados por lo divino. Me he visto con el cañón de mi propia pistola entre los dientes, y he tenido que desplazar la piedra de fríos ataúdes escarpados para mi envergadura hasta dar con la verdadera clave; vivo como si esos sueños fueran posibles y solo me rendiré cuando haya recorrido todos los caminos equivocados.
«Con este Yo edifico todo el universo y permanezco separado para siempre.» Krishna.
*Laszlo García se reserva los derechos de autor de este texto
me gusta mucho esa última frase: solo me rendiré cuando haya recorrido todos los caminos equivocados; muy elocuente del laberinto en q nos encontramos muchos…
Lo mejor que puede suceder con un texto es que alguien se sienta identificado… Gracias por comentar!